4 de octubre de 2013

El milagro de vivir

He aprendido a conocer el milagro de la vida a cuestas de enfrentarme a la muerte, a cuestas de -en algún punto- haber matado. He entendido que el milagro de la vida no solo esta en las cosas buenas, y que muchas veces el sentir ese fuerte dolor en el pecho, esa angustia que me atraviesa entera es también una parte de la vida - muy importante por cierto-. Aun así, cuanto mas fuerte es el dolor menos intento sentirlo, mas lo tapo, menos canalizo y mas me empiezo a enterrar, porque los dolores que tapo me terminan enterrando a mi misma. Es algo mecánico, ni siquiera lo planeo... ante la angustia mi cuerpo empieza a estremecerse a tal punto que el pulso no vuelve a ser el mismo, ni el pulso... ni yo...
Hay cuestiones que me aterran desde siempre, y otras que han resurgido por cuestiones abstractas. Una vez que me encuentro con esas cuestiones es cuando puedo expulsar el dolor, por medio de lagrimas, pero para que esto pase el dolor tiene que ser muy fuerte, y muchas veces, muy traumatico.
Si supieras que cuando la piel choca con la piel y mi mirada se vuelve frívola estoy tratando de evitar el enfrentamiento del presente con el recuerdo; si supieras que me da miedo, que trato de observar cada detalle para que así, de una vez por todas, el recuerdo del presente quede latente aunque sea hasta mañana.
Mas que si supieras, lo importante esta en que yo misma te lo pueda hacer saber, sin vueltas, sin esperar que me leas los pensamientos. Si tan solo fuese tan fácil hablar de ciertas cosas...
Si pudiera gritarle al mundo que alguna vez le dije que "no" al milagro de la vida - que me perdí, que me estanque- y mucho antes le dije que no al placer - de sentir , de disfrutar-. 
Pasan los años y sigo perdiéndome la otra parte del milagro de la vida. Pasan los años y sigo dejando sensaciones en el pasado. Pasan los días y me olvido de tu rostro, me olvido de tu piel, de la mía. Y cada momento es como si fuese una nueva primera vez. Todavía no he llorado, todavía no he sentido que el mundo se me cae encima, todavía no he sentido que puedo tocar el cielo con las manos.... todavía no lo he vivido, o, mejor dicho, de lo vivido no me quedan siquiera recazos del recuerdo...

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