14 de enero de 2014

Cuestion de heladeras

¿Como podía yo estar con ese hombre? Ese hombre tan enérgico, tan activo, tan optimista; ese hombre que te hace sentir indispensable, como si fueses el motivo de su sonrisa. Ese hombre que te daba tanta seguridad como caricias, tanta estabilidad como comprensión. Ese hombre que ante todo... USABA LA HELADERA AL REVÉS. Así de simple. Esa clase de hombre que puede reducirse a una heladera puesta al revés. Una heladera que iba a permanecer al revés, perdida, desorientada, por mucho mas tiempo del que yo podría ver esa heladera. ¿Como podía yo estar con ese hombre? Que durante aproximadamente diez años vio esa heladera al revés y nunca le molesto, nunca opto por cambiarlo...por enderezarla. Tan dejado, tan despreocupado como eso. Tan fu que no podía ser fa. No era "ni fu ni fa"; definitivamente era fu (fu-mador, fu-gaz, fu-ndible). Un hombre (con el que yo creía poder estar) y su heladera al revés. Una heladera al revés para alguien como yo, tan conservadora, tan estructurada, tan analizadora. Porque, al fin y al cabo, por mas de que yo estaba con ese hombre -no con su heladera-, me sentía enamorada de esa peculiar heladera. Esa heladera que nunca iba a encajar en mi mundo y, mucho menos en mi cocina.

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